martes, 31 de marzo de 2009

BREVES APUNTES SOBRE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA

A lo largo de estas líneas, trataremos de realizar un breve bosquejo de lo que supuso el régimen de Primo de Rivera. No se trata de profundizar en el tema, ya que este período histórico está tratado con mayor profusión en los apuntes, pero sí de ofrecer un breve resumen, que, por su extensión , puede ser incluso demasiado simplista y generalista.

El régimen del general Primo de Rivera estuvo causado por el desarrollo histórico anterior, como suele suceder. La crisis política de los partidos dinásticos, la presión del movimiento obrero, los desastres militares como el de Annual, la exigencia no satisfecha de la burguesía catalana de medidas arancelarias, etc. generaron un clima de crispación política y de sensación de haber agotado las posibilidades del sistema de la Restauración. Un sistema oligárquico, corrupto y caduco que no respondía a las demandas de una sociedad en proceso de cambio, con una mayor tasa de industrialización y urbanización, y que exigía una democratización de las estructuras políticas. Como consecuencia, y para detener este proceso, las fuerzas más reaccionarias estallaron y, en septiembre de 1923, se aglutinaron en torno a este general.

Tras el golpe, se instituyó un Directorio Militar, compuesto esencialmente por oficiales de la más alta graduación, que desarrollaban un papel de vocales alrededor de un único ministro, el general ya citado. Con ello, se suspendía la constitución y la vida parlamentaria, al declararse el Estado de Guerra, y, subsiguientemente, los derechos individuales y las libertades públicas. En esta línea, se disolvió el Congreso y la parte electiva del Senado, y los ayuntamientos y las diputaciones provinciales. Estas instituciones representativas en el ámbito local fueron sustituidas por unos vocales elegidos por los mayores contribuyentes de estas localidades, y por unos delegados del gobierno, que eran militares. Con este hecho, los políticos profesionales de los aprtidos dinásticos, eran apartados del poder, que pasaba a estar en manos de los militares.

En línea con estas medidas, durante este directorio se aprobó en 1924 el Estatuto Local, que regulaba con detalle la vida de las instituciones locales de gobierno. Por cierto, que fue muy original en el sistema de sufragio que preveía, ya que planteó por vez primera el sufragio femenino para las mujeres cabeza de familia.

En 1925, y tras el éxito militar obtenido en el desembarco de Alhucemas (con la ayuda de Francia), el régimen, que inicialmente había sido planteado de forma provisional, se animó a perdurar. Por ello, trató de institucionalizarse con la creación de la Asamblea Nacional Consultiva, que debía fiscalizar al gobierno (teóricamente, porque al ser consultiva sus decisiones no eran vinculantes) y redactar una nueva Constitución, el proiyecto de la cual se presentó en 1929, pero no salió adelante.

En política económica, el régimen, en la línea de lo que es un sistema autoritario, desarrolló un conjunto de medidas intervencionistas (proteccionsimo, aranceles, fomento de la producción nacional mediante créditos fáciles de pagar, desarrollo de compañías monopolísticas como la CAMPSA o la Telefónica, desarrollo de las Confederaciones Hidrográficas...). En línea con este punto de vista, a nivel social se desarrollaron medidas tendentes a incorporar a toda la población en un proyecto de mejora de la vida. Era una especia de populismo. De esta forma, los conflictos laborales y sociales pasaron a resolverse en el seno de los Comités Paritarios, que enviarían sus representantes a las Comisiones Mixtas Provinciales, las cuales enviarían los suyos a los consejos de corporación de cada ramo de la producción ya a nivel nacional. Asimismo, se desarrolló un sindicato vertical en el que todos debían estar encuadrados, la Organización Corporativa del Trabajo.

Como es evidente, se trataba de un sistema conservador y paternal en el que se intentó dar cabida a todas las posibilidades. Incluso se planteó dotar al sistema de un cierto pluripartidismo entre la nueva Unión patriótica y el PSOE. Pero todo quedó en nada. No se podía reformar la vida política y social del país sin acometer un programa revolucionario y estructural. Por ello, desde el principio se empezó a desarrollar la oposición de los nacionalismos, del movimiento obrero, y posteriormente de los intelectuales, de las clases medias, de los empresarios, e incluso del monarca. De esta forma, Primo de Rivera fue destituido y sustituido por el general Berenguer, que gobernó de 1930 a 1931, y por el almirante Aznar, que, cuando consideró que el régimen dictatorial había agotado sus posibilidades, decidió volver al parlamentarismo mediante unas elecciones escalonadas, comenzando por las municipales para acabar con las generales. Este proceso se inició el 12 de abril de 1931. Pero dio lugar a otro hecho histórico que veremos más adelante.

lunes, 30 de marzo de 2009

BREVE REFLEXIÓN SOBRE EL MANIFIESTO DE PRIMO DE RIVERA

Esta entrada consta de una adaptación de la proclama al país de Primo de Rivera, y de una breve reflexión sobre el documento y sobre el sistema político al que da lugar. No se trata de un comentario de texto al uso. Más bien se trata de una serie de reflexiones de café al hilo de la dictadura de este general, y del sistema político que le precede. Incluso se podría considerar compo una invitación a la reflexiónn colectiva.

PROCLAMA DE LA DICTADURA DE PRIMO DE RIVERA.

Al país y al Ejército
“Españoles: Ha llegado para nosotros el momento más temido que esperado (porque hubiéramos querido vivir siempre en la legalidad y que ella rigiera sin interrupción la vida española) de recoger las ansias […] de cuantos amando la Patria no ven para ella otra salvación que libertarla de los profesionales de la política, de los que por una u otra razón nos ofrecen el cuadro de desdichas e inmoralidades que empezaron el año 98 y amenazan a España con un próximo fin trágico y deshonroso. La tupida red de la política de concupiscencias ha cogido en sus mallas, secuestrándola, hasta la voluntad real. […]
“Pues bien, ahora vamos a recabar todas las responsabilidades y a gobernar nosotros u hombres civiles que representen nuestra moral y doctrina. Basta ya de rebeldías mansas, que, sin poner remedio a nada, dañan tanto y más la disciplina que esta recia y viril a que nos lancemos por España y por el rey.
“Este movimiento es de hombres: el que no sienta la masculinidad completamente caracterizada, que espere en un rincón, sin perturbar, los días buenos para que la Patria preparamos. ¡Españoles! ¡Viva España y viva el rey!
“No tenemos que justificar nuestro acto, que el pueblo sano le manda e impone. Asesinatos de prelados, ex gobernantes, agentes de autoridad, patronos, capataces y obreros; audaces e impunes atracos, depreciación de moneda, francachela de millones de gastos reservados, sospechosa política arancelaria […] rastreras intrigas políticas tomando por pretexto la tragedia de Marruecos, incertidumbre ante este gravísimo problema nacional, indisciplina social, que hace el trabajo ineficaz y nulo; precaria y ruinosa la producción agrícola e industrial; impune propaganda comunista impiedad e incultura, justicia influida por la política, descarada propaganda separatista, pasiones tendenciosas alrededor del problema de las responsabilidades, […]
“No venimos a llorar lástimas y vergüenzas, sino a ponerlas pronto radical remedio, para lo que requerimos el concurso de todos los buenos ciudadanos. Para ello, y en virtud de la confianza y mandato que en mí han depositado, se constituirá en Madrid un Directorio inspector militar con carácter provisional, encargado de mantener el orden público y asegurar el funcionamiento normal de los ministerios y organismos oficiales, requiriendo al país para que en breve plazo nos ofrezca hombres rectos, sabios, laboriosos y probos, que puedan constituir ministerio a nuestro amparo, pero en plena dignidad y facultad para ofrecerlos al rey por si se digna aceptarlos. […]
“Queremos vivir en paz con todos los pueblos […] Ni somos imperialistas ni creemos pendiente de un terco empeño en Marruecos el honor del Ejército, […] buscaremos al problema de Marruecos solución pronta, digna y sensata. […]
La responsabilidad colectiva de los partidos políticos la sancionamos con este apartamiento total a que los condenamos, […]

El texto al que nos enfrentamos es un documento de carácter histórico, por lo que se trata de una fuente primaria, y de naturaleza política. Es lógico, ya que se trata de un documento público. De su lectura se deduce que el autor del manifiesto expone a la nación española los motivos por los que se ha decidido a liquidar la vida parlamentaria del sistema de la Restauración. De esta forma, se puede estructurar en varias partes. Una primera, en la que el autori se muestra muy crítico con el sistema político de la Restauración, una segunda, en la que expone que el Ejército es el único elemento de la vida pública española capaz de reconducir la situación, y una tercera, en la que justifica el golpe de Estado que acaba de protagonizar.

El momento histórico en el que se encuentra inmerso este documento es la España de la Restauración, en la que se ha impuesto de forma muy exitosa un sistema político liberal-doctrinario muy perfeccionado y estable. Perfeccionado y estable si lo comparamos con el régimen de Isabel II, que era esencialmente de la misma naturaleza (con las diferencias obvias deducidas de los textos constitucionales que dan forma y dibujan los respectivos sistemas políticos), es decir, liberal-doctrinario.

En este sistema político, como sabemos, era la oligarquía terrateniente la que disponía de los resortes del poder, en virtud de un sistema de alternancia de los partidos políticos que aceptaban la monarquía, la constitución y el sistema parlamentario por ella dibujado. Es decir, el turnismo. Un sistema parlamentario que generaba medidas legislativas tendentes, en mayor o menor medida, a reforzar la posición política, económica y social de las elites. Por ello, se trata de un sistema doctrinario-burgués.

Pese a la estabilidad que logró (en virtud del turnismo y del teórico apartamiento del ejército de la política), a raíz de las consecuencias sociales y económicas de la posición neutral que España desempeñó a lo largo de la I Guerra Mundial, el clima político se enrareció considerablemente. La disminución de los salarios reales tanto de las clases populares como del estamento castrense, conjugado con los problemas inherentes al tipo de reclutamiento y al sistema d3e ascensos, hizo que las bases políticas de la Restauración se fueran socavando. A esto hay que sumarle las presiones que los nacionalismos periféricos ejercían sobre el sistema, reivindicando una mayor democratización y descentralización del mismo. Las medidas que los diferentes gobiernos fueron adoptando (la cuota para el servicio militar, las diferentes medidas sociales, los intentos de secularización, la ley de mancomunidades, la negociación del protectorado en Marruecos con Francia...) no satisfacieron las necesidades de reforma estructural del sistema. Por ello, ante el declive y desgaste político del régimen, sólo le quedaba a la monarquía el golpe de Estado. No obstante, hay autores que defienden que el sistema de la Restauración estaba caminando hacia una progresiva democratización, que el golpe de Estado abortó.

Sea como fuere, la presión de los nacionalismos periféricos, la inestabilidad política (ruptura del turnismo y recurso a los gobiernos de concentración y de salvación nacional) y social (el pistolerismo, el recurso al Somatén en Cataluña, los lock outs por parte de los empresarios, la declaración de medidas de excepción como la ley marcial, la revolución social en zonas como Andalucía durante el trienio bolchevique de 1918 a 1920), la crisis causada por el desastre de Annual y la cuestión de las responsabilidades a raíz del informe Picasso... todo ello coadyuvó a que entre algunos militares empezara a barajarse la posibilidad de un paréntesis autoritario. Este paréntesis iba a materializarse en la suspensión de las garantías constitucionales y de toda la Carta Magna de 1876, y en el apartamiento de los políticos profesionales y de los partidos dinásticos de la arena política.

El ejército, en un proceso que se había iniciado con la Ley de Jurisdiccines y que había continuado con la ayuda que prestó en la Semana Trágica de 1909 para mantener el orden, así como durante el trienio bolchevique y a causa de los disturbios generados por la Huelga General de 1917 y tras la Huelga de la Canadiense, iba a ir adquiriendo un progresivo papel político. A causa de esta progresiva injerencia en la arena política, el régimen, en principio más moderado que el de Isabel II (esta afirmación se debe matizar muchísimo, ya que es excesivamente genérica y simplista), iba a adquirir un carácter más autoritario. Un autoritarismo que cristalizaría en septiembre de 1923.

Todas las ideas, por tanto, que aparecen en el texto, explican los motivos que generaron el golpe de Estado, y el régimen subsiguiente que se diseñó, con la salvedad de que, pese a manifestar en el tercer párrafo que el objetivo del golpe era crear un directorio militar que, con carácter provisional, tuviera como finalidad mantener un orden que se veía subvertido, duró hasta 1931 (con los matices de las etapas de Berenguer y Aznar). Todas ellas se explican con lo que hemos expuesto más arriba, y por ello, podemos afirmar que este documento es esencial para reflejar la esencia de los problemas que desembocaron en el golpe, y el régimen posterior que se generó. Un régimen ultra-españolista (en línea con lo dibujado tras la ley de jurisdicciones y generado en parte por el desastre de 1898), como se observa en la expresión descarada propaganda separatista, autoritario y militar, poco concesivo con el movimiento obrero, intervencionista en economía (como luego se verá en los incentivos que desde el Estado llegaron a la actividad agrícola e industrial, favorecidos en parte por la positiva coyuntura económica de que se disfrutó en los años veinte, y que no se puedo gozar en los treinta) y centralista (incluso en lo tocante a la administración local, definida en el Estatuto Municipal de 1924).

Pese a este aspecto rancio, conservador, autoritario y tradicional (las alusiones a la virilidad y masculinidad son buena muestra de ello), el dictador, Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, se declaraba heredero de la tradición costista de creación de un cirujano de hierro que pusiese orden en el país, y extirpase el cáncer de un régimen oligárquico y corrupto. Un cirujano de hierro que implantase un sistema en el que todas las clases o grupos sociales tuvieran cabida. Para ello, se recurrió a diferentes métodos como el sufragio corporativo en las diferentes instituciones (¿representativas?) y sindicales (los comités paritarios), la tutela de las actividades económicas (monopolios del Estado como la CAMPSA, diferentes medidas proteccionistas y ayudas económicas...) e incluso la creación de un partido político apolítico, como la Unión Patriótica.

Todas estas medidas, sin embargo, iban a suponer un cambio superestructural, sin afectar a las diferencias profundas y a los desequilibrios estructurales del sistema. Problemas de fondo que pervivirían incluso a lo largo de la II República, verdadero intento de reforma profunda de las estructuras del país, y que, como se vio imposibilitada para desarrollar su labor, dejó irresolutos estos problemas. A causa de ello, el 18 de julio de 1936 un grupo de militares reaccionarios dieron un golpe de Estado involucionista que, como fracasó, desembocó en la consabida Guerra Civil.

miércoles, 25 de marzo de 2009

ACTITUDES FRANCESAS ¿ANTE LA CRISIS?

Aquí os ofrezco la lectura de un artículo aparecido en El País, en su edición digital. Plantea una medida política concreta. ¿Qué tenéis que decir al respecto? ¿Creéis que s etrata de una respuesta a la crisis, y por ello se debe a una situación coyuntural, o por el contrario se debe a la esencia de estos políticos?http://www.elpais.com/articulo/internacional/Sarkozy/planea/censo/etnico/Francia/elpepuint/20090325elpepiint_2/Tes

miércoles, 18 de marzo de 2009

SOBRE EL PROCESO DE BOLONIA

Aquí tenéis otro artículo de periódico sobre el proceso de Bolonia. Leedlo y reflexionad. Es interesante leer el punto de vista de este periódico, para tener una posible referencia sobre la cuestión, se puede hacer click en la siguiente dirección.

martes, 17 de marzo de 2009

LOS POPULISMOS

ÉSTE ES UN ARTÍCULO PUBLICADO EN EL DIARIO EL MUNDO, EN SU VERSIÓN DIGITAL. OS RECOMIENDO SU LECTURA, Y QUE DESARROLLÉIS UNA REFLEXIÓN POSTERIOR.

Bolivia, suma y sigue
El presidente de Bolivia, Evo Morales

JORGE DE ESTEBAN

Uno de los grandes defectos del constitucionalismo latinoamericano, en parte heredado de la España del siglo XIX, consiste en que en casi todos los países, la Constitución no es considerada en su triple dimensión de "pacto político básico", que debe ser consensuado para garantizar la convivencia; de "norma primera y suprema", que vincule directamente tanto a gobernantes como a gobernados; y, finalmente, de "fuente de todo el Derecho", el cual deberá adaptarse al marco que aquella establece.

La Constitución, en los países latinoamericanos, es considerada, en cambio, por encima de todo como un "Programa político de un Gobierno", que la adopta o la reforma según sus conveniencias, y de ahí que las Constituciones, en muchos países, se sucedan una detrás de otra, al ritmo que marcan los que se apoderan del gobierno del país, por una u otra vía.

Es lógico así que tengan una vida tan corta como en el Ecuador, que lleva en 200 años alrededor de 30, o que, por el contrario, aunque duren ya casi un siglo, como excepcionalmente ocurre con la actualmente vigente en México, reformada múltiples veces, no sean nunca completamente aplicadas en tanto que verdadera norma jurídica vinculante para todos.

Ahora en Bolivia se ha aprobado el domingo pasado en referendum, por el voto afirmativo de casi un 60 % del electorado, una nueva Constitución, la número 14, si no me equivoco, en su historia, pero que tampoco está dentro del esquema señalado.

En efecto, es una Constitución-programa político, más que una Constitución-pacto político y norma jurídica, y que no parece que podrá resolver la grave crisis nacional en que se encuentra sumido el bello país boliviano. Y no lo es porque mantiene la fractura del país entre las provincias ricas orientales y las indigenistas y más pobres del oeste.

De esta manera, dos tercios de los territorios del país han votado en contra de la Constitución, y, en consecuencia, con este desacuerdo no será el pacto político nacional, que se necesita en Bolivia para poder subsistir como nación. De ahí, la curiosa contradicción que se lee en su preámbulo, en donde se dice, por un lado, que Bolivia esta "comprometida con la libre determinación de los pueblos", para añadir a continuación, por otro, que "manifestamos nuestros compromiso con la unidad e integridad del país".

Extraña cuadratura del círculo, que se quiere resolver con el artículo 2, al señalar "que se garantiza la libre determinación de sus territorios en el marco de la unidad del Estado". Por lo demás, influida por el "torrentecialismo constitucional" de Venezuela (seguido también aquí por el Estatut de Cataluña), la nueva-vieja Constitución de Bolivia supera los 400 artículos, exuberancia que en lugar de simplificar, complicará las cosas.

En conclusión, a diferencia de lo que debe ser la seguridad jurídica propia de una Constitución, la recientemente aprobada en Bolivia adopta una condición que es consustancial al hombre: la incertidumbre ante el futuro.

TRES MAGNICIDIOS EN LA RESTAURACIÓN

En la Restauración, el movimiento anarquista, que representaba los intereses de las clases trabajadoras, ante las características eminentemente doctrinarias del sistema político de la Restauración, recurrió a diversos medios. Uno fue la huelga general, pero otro, y no menos importante, fue el atentado individual. Un medio que en ocasiones se dirigió contra las más descollantes personalidades de la vida política de la época, como fueron algunos presidentes del Consejo de ministros. Éstos fueron:

ASESINATO DE CÁNOVAS DEL CASTILLO.

El Ministro de Ultramar telegrafía la noticia al Gobierno -el 8 de agosto de 1897- dando los siguientes detalles del mortal atentado: " [...] El señor Cánovas se sentó en el primer banco, que se hallaba muy próximo a la puerta que da acceso a la escalera; sacó un periódico y se puso a leer. [...] Entonces el asesino, que sin duda le estaba espiando, se acercó , y apoyándose en la puerta le disparó casi a quemarropa un tiro. La bala atravesó la cabeza al señor Cánovas que se incorporó yendo a caer a unos tres metros de distancia del banco de donde estaba sentado. [...] Al incorporarse le disparó el segundo tiro el asesino. La bala entró por el pecho y salió por la espalda, cerca de la columna vertebral. El tercer disparo fue hecho estando el señor Cánovas ya en el suelo. Esta bala entró por la espalda. [...] La señora de Cánovas bajó apresuradamente la escalera al oír los disparos y se encontró a su esposo tendido boca abajo en medio de un charco de sangre, y al asesino junto a él con el revólver en la mano."
El texto continua diciendo: "No resulta cierto que el señor Cánovas gritara: "Asesino. ¡Viva España!", como ha telegrafiado un corresponsal: al primer disparo, como he dicho, cayó al suelo y no pronunció ninguna palabra. En la caída se produjo una contusión en la frente. [...] Trasladado el señor Cánovas a su cama, el médico del establecimiento examinó las heridas. Las tres eran mortales de necesidad, y viendo que los auxilios de la ciencia resultaban inútiles aconsejó que viniera el sacerdote con la Santa Unción. [...] Una hora después del atentado, sobre poco más o menos, el presidente dejaba de existir."

Antonio Cánovas del Castillo (1828-1897) fue, sin ningún tipo de dudas, la figura política más importante de su época -además de, historiador y escritor-.
Nació el 8 de febrero de 1828 en Málaga, hijo de un maestro de escuela, Antonio Cánovas Sánchez, que falleció cuando él tenía sólo 15 años, y de Juana Castillo Estébanez. En 1845, se trasladó a Madrid bajo la protección del escritor Serafín Estébanez Calderón, primo de su madre. Estudió derecho y se relacionó con los medios intelectuales y políticos del momento.
Su carrera política empieza de la mano de O'Donell, y, por ello, su línea política durante el período isabelino se ubicó a la izquierda del moderantismo, cercano a posiciones puritanas. No en vano fue el redactor del texto conocido como el Manifiesto de Manzanares.
En enero de 1869, fue elegido diputado a las nuevas Cortes Constituyentes, en las cuales defendió duramente la candidatura al trono de Alfonso -hijo de Isabel II-, para la que sólo pudo obtener dos votos en la elección que tuvo lugar el 16 de noviembre de 1870 y tras la cual resultó elegido rey de España el duque italiano Amadeo I.
A partir de agosto 1873 pasó a dirigir oficialmente la causa de la derrocada Casa de Borbón, por encargo personal de Isabel II. Después de la abdicación de Amadeo de Saboya, la llegada de la Primera República, la caída de la misma y cuando el general Arsenio Martínez Campos proclamó rey a Alfonso XII el 29 de diciembre de 1874 en Sagunto (Valencia), tras un pronunciamiento militar, Cánovas se había convertido ya en el hombre indiscutible del nuevo régimen. Comenzaba así su gran obra política: el llamado sistema canovista, un sirtema de orden amparado en la Corona que, falseando las elecciones e imponía un sistema de alternancia entre los dos principales partidos políticos.
Cánovas se preocupó porque existieran dos grandes partidos en que se apoyara la monarquía. Primero consolidó su propio partido, el Conservador, que integró a moderados, unionistas y progresistas desengañados. Después, ayudó a crear un partido de izquierda dentro del sistema. Práxedes Mateo Sagasta, procedente del proceso iniciado con la revolución de 1868 y jefe del Partido Constitucional o Constitucionalista (es decir, la derecha de un sistema bipartidista en el que la izquierda estaba ocupada por el Partido Radical de Ruiz Zorrilla) fue la persona capaz de unir y dirigir este conglomerado de antiguos partidos revolucionarios (constitucionales, radicales de derecha y monárquicos demócratas o demócratas cimbrios cponservadores) que en 1879 se transformó en el Partido Liberal Fusionista. Una vez logrado un único Partido Liberal (tras integrar a la Izquierda Dinástica) capaz de seguir a Sagasta, la estabilidad del régimen de la Restauración estaba asegurada. Fuera de estos partidos quedaban aquellos que no reconocían a la monarquía encabezada por Alfonso XII: carlistas, por la derecha, y republicanos de diversas tendencias, socialistas y anarquistas por la izquierda.
A partir de 1881, el turno de partidos tantas veces planteado (al final del período de la Unión Liberal de O'Donnell con los progresistas de Prim, y durante el reinado de Amadeo I), que de manera casi matemática se alternaron hasta el fin del siglo. Cánovas regresó a la presidencia del gobierno el 18 de enero de 1884, tras dos gobiernos liberales, hasta el 27 de noviembre de 1885, dos días después de la muerte de Alfonso XII, fecha en la cual cedió el gobierno nuevamente a Sagasta tras el denominado Pacto de El Pardo. El turnismo daba estabilidad al régimen, pero a costa de un sistema electoral falseado. Sistema que, por cierto, ya se utilizaba desde el inicio de la implantación del liberalismo. En este sistema, los caciques, personas de raigambre e influencia en los diferentes municipios, manipulaban las elecciones para que el partido del gobierno que ya se había formado, las ganara sin problemas. Mientras se utilizó el sufragio censitario según la ley electoral de 1878, esta práctica se llevó a cabo sin problemas ya que se recurrió a diferentes favores personales y prácticas corruptas. Cuando se implantó el sufragio universal por la ley de 1890, la situación cambió, ya que fue necesario recurrir a la fuerza, pero no olvidemos la indiferencia que las masas sentían por la política. Indiferencia que se veía favorecida por el aplastante analfabetismo.
El asesino de Cánovas fue el anarquista italiano Michele Angiolillo, que pretendía vengar las muertes de otros anarquistas en el castillo de Montjuïc (Barcelona) a causa de las medidas tan coercitivas que el estado doctrinario españaol estaba ejerciendo contra esta corriente política.
Angiolillo fue detenido por las fuerzas del orden sin oponer resistencia, las posteriores investigaciones descubrieron que el asesino era un hombre bien conocido por la policía, una de sus múltiplas detenciones lo fue por las bombas que se lanzaron en el Teatro del Liceo barcelonés, aunque finalmente no se pudo probar nada.
Después de un tiempo en el cual marchó de Barcelona y en el que estuvo en Bélgica, Francia y el Reino Unido regresó de nuevo a España, aunque antes pasó por París.
En la capital francesa se entrevistó con el independentista portorriqueño exiliado Ramón Emeterio Betances . Según algunos historiadores -como Hugh Thomas- el lider independentista le aconsejó que no atentara contra la vida de la regente María Cristina, que al parecer era el primer objetivo de Michele Angiolillo, y que como golpe de efecto, nacional e internacional, atentara contra quien de verdad tenía poder ejecutivo, Cánovas del Castillo.
Desde París, Angiolillo regresó a España, donde, para ocultar su identidad, se hizo unas tarjetas con el nombre de Emilio Rinaldini, corresponsal del periódico "Il Popolo", cuando las tuvo en su poder marchó hacia el balneario guipuzciano de Santa Agueda donde se hospedó cuatro días antes que llegara Cánovas sin levantar ninguna clase de sospecha.
Siete días después del asesinato, Angiolillo fue condenado a muerte por un Tribunal Militar. El 20 de agostó fue ejecutado por garrote en la prisión de Vergara. Se dice que su último grito antes de morir fue: "¡Germinal!" . Germinal era el nombre de la novela de Zola y que algunos anarquistas consideraban una guía a seguir.
El NEW YORK TIMES, ese periódico norteamericano "ejemplo y paladín de libertad" escribió en sus páginas al conocer la muerte del gobernante hispano: "Los cubanos van ¡por fín! a ver realizados sus sueños de libertad, porque ahora, sin Cánovas, la guerra entre Estados Unidos y España es inevitable." Desde nuestro punto de vista creemos que la muerte de Cánovas no cambió ni un ápice los planes que Estados Unidos tenía sobre España y Cuba -sobre la segunda aún los tienen-, nadie puede ser ajeno, estudiando mínimamente el momento histórico y conociendo la mentalidad de los norteamericanos, que aprovecharían la decadencia y el aislamiento del Imperio español para tratar de apoderarse de sus últimas colonias en la zona, y para eso, apenas era significativo que Cánovas viviera o no.


ASESINATO DE JOSÉ CANALEJAS.

José Canalejas y Méndez (1854-1912) nació en El Ferrol el 31 de julio, se licenció en Filosofía y Letras por la Universidad Central de Madrid. Se dedicó a la enseñanza hasta el año 1882, cuando se dedicó exclusivamente a la política, en la cual se había iniciado dos años antes al ingresar en el Partido Progresista Democrático de Manuel Ruiz Zorrilla. En agosto de 1881 fue elegido por vez primera diputado.
Durante la regencia de la viuda de Alfonso XII, María Cristina de Habsburgo-Lorena, se acercó al Partido Liberal liderado por Práxedes Mateo Sagasta y desempeñó el cargo de ministro en dos gobiernos presididos por éste: en el primero ejerció las carteras de Fomento (junio-diciembre de 1888) y de Gracia y Justicia (diciembre de 1888-enero de 1890); en el segundo fue ministro de Hacienda desde diciembre de 1894 hasta marzo de 1895. Dos años más tarde comenzó a separarse de la dirección del Partido Liberal y a formular su propio programa político, calificado como regeneracionista.
No obstante, entre marzo y mayo de 1902, volvió a ser ministro -de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas- a las órdenes de Sagasta, en el último gobierno de la regencia de María Cristina y primero del reinado efectivo de Alfonso XIII. Presidente del Congreso de los Diputados en 1906, tras liderar una de las disidencias liberales pasó, un año más tarde, a ejercer la jefatura de un partido sumamente dividido entre sus seguidores y los de Segismundo Moret.
Los sucesos de la Semana Trágica -también llamada Semana Roja- de 1909 en Barcelona, acabaron por provocar la caída del conservador Antonio Maura y facilitaron el retorno del Partido Liberal a la presidencia del gobierno, con Segismundo Moret, a quien sustituyó por la negativa de Alfonso XIII a desarrollar un proyecto de revisión de la Constitución de 1876 en un sentido más democrático y laico. Canalejas, por tanto, llegó al poder el 9 de febrero de 1910. Durante su gestión, planteó el duro problema de la cuestión religiosa, en la conocida popularmente como 'Ley del Candado' de 1910, conflictiva norma que delimitaba de forma rigurosa las áreas de influencia de la Iglesia y el Estado. En el orden social, impulsó medidas de regulación laboral, siguiendo la línea iniciada por los copnservadores desde 1901. En el año 1911, eliminó determinados impuestos, así como decretó la obligatoriedad del servicio militar, aunque se limitó a crear el soldado de cuota (véase la entrada referida al sistema de reclutamiento en la Restauración y en el período isabelino).
Este mismo año de 1911, tuvo que tomar decisivas decisiones en Marruecos, cuando, ante el avance de las tropas francesas en ese territorio carente de una clara delimitación colonial, ordenó la ocupación de Larache, Arcila y Alcazarquivir, así como el comienzo de la negociación de los tratados que darían lugar más tarde a la creación del Protectorado de Marruecos, pero ya tras su muerte.
Respecto al nacionalismo catalán, en julio de 1912 consiguió que el Congreso de los Diputados aprobara su proyecto de Mancomunidad de Cataluña (agrupaciones de provincias o municipios), acordado en colaboración con Enric Prat de la Riba.
De todo esto se deduce que su línea de gobierno trató de regenerar el sistema desde una perspectiva más democrátrica, aunque lastrada, sin ningún género de dudas, por la esencia del sistema dentro del cual se movía, y con el que no rompió en esencia. Por ello, fue asesinado el 12 de noviembre de 1912, como vamos a referir:
El crimen, según el relato hecho por Fernando Soldevilla en "El año Político": "Acaeció en la Puerta del Sol, casi esquina a la calle Carretas, poco antes de las doce de la mañana, ante el escaparate de la iglesia de San Martín. El señor Canalejas, que tenía la costumbre, no exente de cierta vanidad explicable, de recorrer frecuentemente a pie y solo o casi solo las calles de Madrid demostrando así que no tenía que temer agresión alguna por parte del pueblo, acababa de salir de su casa y se dirigía a Gobernación, donde tenía citados a sus compañeros de Gobierno para celebrar Consejo. [...] Al pasar por la librería del señor San Martín se detuvo ante el escaparate a examinar las nuevas publicaciones. [...] Y aquí dejamos la palabra a un testigo presencial del hecho, al librero señor San Martín, cuya formalidad nos consta, por honrarnos con su amistad hace ya largos años, el cual lo relató de la manera siguiente: "A las once y veinticinco de la mañana hallábame mirando hacia el exterior del establecimiento, y observé que don José Canalejas se paraba un momento a mirar el pequeño escaparate de la puerta de la entrada. Acto seguido se le acercó un sujeto con traje azul y un gabán oscuro, y el el momento que el señor Canalejas dejaba de mirar el escaparate y se volvía para reanudar su marcha, sin duda hacia el Ministerio de la Gobernación, donde a diario acudía sobre las doce de la mañana, le disparó un tiro de revólver. [...] El señor Canalejas se llevó las manos a la cara y se tambaleó; pero aun se rehizo y, queriendo defenderse, adelantó un paso hacia el asesino, pero al instante cayó al suelo. [...] Varias personas se dirigieron hacia el agrasor. Al borde de la acera había un coche particular. El ordenanza de la Sociedad Folarmónica, Victor Galán, se abalanzó sobre el asesino y le sujetó por los hombros. El asesino, entonces pudo dar un salto hacia el arroyo y dando la vuelta por la caja del carruaje, se disparó un tiro en la sien derecha y, tambaleándose, dio algunos pasos hasta caer a unos cuatro metros de la acera.""
Canalejas fue intentado socorrer por algunos transeuntes y envuelto en una manta fue trasladado urgentemente al Ministerio de la Gobernación, al poco de penetrar en él falleció. El asesino fue recogido y llevado a la Casa de Socorro del Distrito del Centro -Plaza Mayor-. Por los documentos que se le encontraron se supone que se llamaba Manuel Pardiñas Serrano, natural de El Grado. Las posteriores investigaciones policiales determinaron que se trataba de un anarquista que pretendía acabar con la vida del Presidente del Consejo de Ministros.



ASESINATO DE EDUARDO DATO
Eduardo Dato (1856-1921), Nació el 12 de agosto en La Coruña. Desde el principio de su carrera política, perteneció al Partido Conservador de Antonio Cánovas del Castillo, y fue elegido por vez primera diputado en 1884. Durante la regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena, se alineó, a partir de 1895, en el grupo conservador liderado por Francisco Silvela, el que capitaneó a los conservadores tras sus diatribas con Fernández Villaverde, y la posterior muerte de Cánovas en 1897. Este político conservador, durante su primer gabinete, nombró a Dato ministro de Gobernación (marzo de 1899-octubre de 1900. Ejerciendo tal cargo, el político gallego desarrolló la primera legislación social de la Restauración, dentro de una línea regeneracionista de carácter paternalista.
Cuando Alfonso XIII llegó a la mayoría de edad, formó parte del último gabinete presidido por Silvela, como ministro de Gracia y Justicia, de diciembre de 1902 a julio de 1903. Ese mismo año acató la jefatura del Partido Conservador de Antonio Maura y, a continuación, ocupó distintos puestos políticos, como la alcaldía de Madrid (1907) o la presidencia del Congreso de los Diputados (1907-1908). En 1913, sin embargo, rompió con Maura al aceptar el encargo de Alfonso XIII de formar gobierno el 27 de octubre de ese año, lo que supuso la fractura del Partido Conservador entre sus seguidores (calificados de "idóneos") y los mauristas, seguidores de aquél. Recordemos lo que supuso para el jefe del Partido Conservador que el rey aceptase su renuncia como respuesta a la oposición política creada contra él a raíz de la Semana Trágica.
Más adelante, fue designado presidente del Gobierno y proclamó la neutralidad española en la Primera Guerra Mundial, que tan importantes consecuencias económicas y sociales conllevó para el país. Asimiosmo, trató por todos los medios de mediar para tratar que España pudiera mediar en el conflicto entre las partes, objetivo que no consiguió. En ese su primer gabinete, que duró hasta el 9 de diciembre de 1915, desempeñó asimismo, de nuevo, el Ministerio de Gracia y Justicia entre octubre de 1914 y enero del año siguiente.
Presidió nuevamente el gobierno a partir del 11 de junio de 1917, y hubo de enfrentarse a la triple crisis provocada por la creación de las Juntas Militares, la huelga general de agosto y la convocatoria de la conocida como Asamblea de Parlamentarios. Aceptó la actividad de las primeras, con cuya ayuda contó para reprimir enérgicamente la segunda, y negoció una solución de compromiso con Francesc Cambó, el político catalán líder de la mencionada Asamblea.
Fernando Soldevilla recogió así el magnicidio sucedido el 8 de marzo de 1921 en "El año Político": "Después de las ocho de la noche, el señor Presidente del Consejo, que había permanecido toda la tarde en la Alta Cámara, asistiendo al debate del mensaje de la Corona, abandonó el Senado y se dirigió a su domicilio. Al llegar a la Plaza de la Independencia fue víctima de un vil atentado. En el automóvil del Presidente iban, como chófer, el sargento de Ingenieros Manuel Ros Navarro, y a su derecha, el lacayo Juan José Fernández Pascual. [...] El chofer hizo el siguiente relato: "Veníamos del Senado a dejar a su casa al señor Presidente. Llevaba el automóvil buena marcha, pero no excesiva, sobre los rieles del tranvía de subida, lado izquierdo, de la calle de Alcalá. [...] Siempre sin desviar el coche de la vía, viré al entrar en la Plaza de la Puerta de Alcalá, disminuyendo entonces la velocidad, por si se cruzaba algún otro vehículo. Cuando el coche llegaba a la altura de la misma Puerta de Alcalá, unos pasos antes, sentí como una descarga cerrada y luego dos disparos sueltos."
Manuel Ros Navarro prosigue con su narración de los hechos: "Yo pensé al principio que había estallado algún neumático; pero al producirse los últimos disparos, el lacayo dejose caer sobre mí al mismo tiempo que exclamaba: "¡Nos han matado!". [...] Instantaneamente me di cuenta de la realidad, y en el deseo de ver a los agresores, frené la marcha, pero me asaltó la idea de que la agresión se repitiese, y no sospechando que el señor Presidente hubiese sido alcanzado por las balas de los asesinos, puse la marcha en todo su desarrollo y en un instante llegó el coche al domicilio del señor Presidente."
La historia de Ros continua de esta forma: " [...] Herido mi compañero, me lancé yo a tierra y fui a abrir la portezuela. Horrorizado, vi entonces que el Presidente se encontraba como muerto; la cabeza reclinada sobre el respaldo, en el mismo rincón del lado derecho, arrojando gran cantidad de sangre por la frente y cara: el respaldo todo manchado; el sombrero, caído al suelo del carruaje."
El chófer concluye diciendo: "Todo lo vi como una ráfaga. Subí a escape al coche, le puse a toda velocidad y lo encaminé a la Casa de Socorro de la calle Olózaga."
El lacayo continuó la narración donde Manuel Ros Navarro la había concluido: "Al llegar el automóvil a la puerta de la Casa de Socorro de Buenavista, con las debidas precauciones, y no sin grandes esfuerzos, consiguieron sacar del interior del auto, el cuerpo casi sin vida del señor Dato, trasladándole desde allí a la cama de operaciones, pues a simple vista podían ya apreciarse las gravísimas lesiones que sufría el Presidente.""
De hecho Dato ya había perdido el conocimiento antes de entar en la Casa de Socorro, donde la acción de los doctores resulto totalmente estéril ya que lo único que pudieron certificar fue su muerte. Inmediatamente se acercaron hasta este lugar diferentes miembros del gobierno que ordenaron el traslado del cadáver al domicilio particular del Presidente.
Uno de los objetivos de su gestión al frente del Consejo de ministros había sido el combatir con firmeza el pistolerismo anarquista en Barcelona. Para ello, el general Martínez Anido, gobernador militar de Barcelona, utilizó con profusión la "Ley de Fugas", que fue aplicada de forma indiscriminada. Como consecuencia, los anarquistas catalanes decidieron acabar con el presidente. Así, el 8 de marzo de 1921, Dato fue tiroteado por Pedro Mateu, Ramón Casanellas y Lluis Nicolau.
Su viuda recibió de Alfonso XIII el título de duquesa de Dato, con Grandeza de España, en reconocimiento a su labor pública, quien, desde 1910, era miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas.

FUENTE: url http://www.vadehistoria.com

sábado, 14 de marzo de 2009

EL TURNISMO EN LA VIDA PARLAMENTARIA DE LA RESTAURACIÓN



FUENTE: MARTÍNEZ CUADRADO, Miguel (1973): La burguesía conservadora (1874-1931). Madrid. Alianza universidad. Pág. 413

En esta tabla vemos representados la distribución de los escaños conseguidos por las diferentes formaciones políticas en la etapa de la Restauración, desde 1891, hasta el inicio de la dictadura de Primo de Rivera. Para ello, se ha tomado una división en seis columnas que abarcan prácticamente todos los años del período, excepto los de la dictadura de Primo de Rivera, y los primeros años del sistema canovista.

Respecto a la descripción de la tabla, en la primera columna comenzando por la izquierda, observamos los años en los que tienen lugar las elecciones. En la siguiente, el porcentaje de escaños que el Partido Conservador consiguió en los procesos electorales, y en la siguiente, los logrados por el Partido liberal. Más a la derecha, la suma de los escaños obtenidos por conservadores y liberales, y, en la última columna de la derecha, los escaños obtenidos por los partidos opositores al turnismo. Nótese que las cifras en negrita corresponden a los resultados del partido que está en el gobierno a la hora de la convocatoria de las elecciones.

Como podemos observar, aunque los porcentajes varían, las mayorías logradas por unos y otros siempre son absolutas, de manera que los diferentes gobiernos pueden desarrollar su labor sin problemas. De hecho, el gobierno en el poder siempre gana las elecciones, incluso en las de 1918, cuando éstas son convocadas por un gobierno de concentración. Excepto en este caso, el gobierno ha obtenido el acta de disolución de las Cortes y ha convocado nuevas elecciones, las cuales, en virtud de una serie de pactos y de hábiles maniobras, son siempre ganadas por el partido al que los ministros pertenecen. No hay cambios, y las cómodas mayorías permiten a los ministros no sufrir obstrucciones en su labor.

En principio, y según marcaba la Constitución, un gobierno podía estar en el poder un máximo de cinco años, pero este período nunca se llegó a agotar. De todas formas, en principio se respetó una relativa igualdad en los períodos en los que los ejecutivos disfrutaban del poder, excepto en el período entre 1910 y 1914. Este caso fue un poco atípico, ya que los liberales habían ascendido en octubre de 1909 al gobierno tras la Semana Trágica (gobierno de Moret), pero mantuvieron unos meses las Cortes con mayoría conservadora (propias del turno conservador) hasta que convocaron, como es lógico, nuevas elecciones en febrero de 1910, que, por supuesto, ganaron. Pero, pese a este hecho, no debemos pensar que los partidos dinásticos ejercían una auténtica oposición entre ellos, aunque sí que se diferenciaban.

Los resultados electorales de las opciones políticas de fuera del turnismo, fueron sistemáticamente reducidos. Es cierto que conseguían escaños, como algunos republicanos y carlistas moderados, pero en estos casos se debía a que éstos también se apoyaban en cacicazgos para llegar al Congreso y a la parte electiva del Senado. En definitiva, todos de alguna manera se beneficiaban de un sistema adulterado en el que cada uno sabía qué papel jugaba, y qué obtenía a cambio de aceptar el guión marcado. Evidentemente, los intereses de las masas populares estaban totalmente obviados, pese a los intentos de avance en materia social.

El sistema fue muy estable, pero para ello se tuvieron que manipular las elecciones. En un primer momento, en virtud de la ley electoral de 1878, esto fue relativamente sencillo, pero cuando en el turno liberal de 1890 se aprobó la ley de sufragio universal, con el aumento de electores esta práctica necesitó incluso el recurso a la violencia para conseguir domesticar al electorado.

POR CIERTO. NO OLVIDÉIS PINCHAR EN LA TABLA PARA QUE SALGA ENTERA. HAY UNA COLUMNA QUE NO APARECE, Y ES IMPORTANTE.