miércoles, 25 de noviembre de 2009

EL PROBLEMA DE LA DOBLE CONFIANZA EN EL SISTEMA POLÍTICO DOCTRINARIO

Como sabemos, el sistema político doctrinario, personificado durante la época isabelina por el sistema diseñado a raíz del texto constitucional de 1845, consistió en una adulteración completa del principio ilustrado de separación de poderes, para evitar su concentración en una sola institución.

El sistema de la doble confianza hacía referencia a la necesidad de un político de conseguir, para formar gobierno, la confianza, no sólo de las Cortes (recurso imprescindible para poder gobernar), sino también de la Corona. La perversión de los preceptos constitucionales de libre nombramiento y separación de los ministros por parte de la Corona, así como de la disolución de las Cortes, conllevó quue ambos actos tuvieran lugar uno detrás del otro, por ese orden.

De esta forma, lo que primero ocurría era la sustitucióon de un presidente del Consejo de Ministros (o presidente del Gobierno) por otro, que posteriormente disolvía las Cortes mediante un decreto firmado por la Corona. Ya constituido e nuevo ejecutivo, el ministro de la Gobernación se encargaba de convocar nuevas elecciones, si el Congreso le era hostil, para poder gobernar con comodidad. Como, según la ley electoral de 1846, los distritos eran pequeños, y uninominales, era realmente muy sencillo adulterar el resultado, con lo que el poder ejecutivo lograba ese segundo elemento imprescindible para ejercer su labor, y que era conseguir un Parlamento dócil.

Esa era la práctica, pero es más ilustrativo aún comentar un caso concreto:
Durante el gobierno de Carlos Martínez de Irujo, Duque de Sotomayor, que ascendió al gobierno tras el gobierno de Istúriz, quien había conseguido resolver el problema de la boda de Isabel II. Ésta había contraído nupcias con su primo Francisco de Asís, lo que muy pronto se demostró que había sido un enorme error, no sólo por lo que respecta a la cuestión personal de la monarca, sino por las consecuencias políticas que de ello se derivaron.

El fracaso de la unión marital tuvo un primer signo en la relación que se estableció entre la reina y el general Serrano (el general bonito, como ella lo llamaba). Isabel II incluso se planteó el divorcio con Francisco de Asís, y el matrimonio con el militar. Y fue éste el contexto del gobierno del duque de Sotomayor, quien intentó reconciliar el matrimonio real.

Para ello, el presidente del Consejo de Ministros propuso alejar al general Serrano de la Corte, enviándolo al Norte, a Navarra, como Capitán General. Sin embargo, el problema era que había sido designado senador, porque la Corona podía designar a los senadores que deseara, como así aparecía en el texto constitucional de 1845. No obstante, el Gobierno de Sotomayor se puso firme, y Serrano llegó a pedir a Isabel II que destituyera al ejecutivo. La reina, obligada, cesó al gobierno en marzo, por uno formado por puritanos (el de Joaquín Francisco Pacheco), entre losa que destacaban algún amigo del amante de la reina.

La conclusión es evidente: ¿qué provocó el cambio de gobierno? ¿una crisis de legitimidad ante las Cortes, depositarias de la soberanía nacional? Evidentemente, no. Además, esta institución legislativa, como sabemos, disponía de PARTE de dicha soberanía. Por tanto, está muy claro en qué consistía la doble confianza, y qué relación tuvo con el problema de la residencia de la soberanía.

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