domingo, 4 de julio de 2010

El Mundial de 1950

SOBRE EL MUNDIAL DE FÚTBOL




Las siguientes líneas tienen como objetivo establecer algunas puntualizaciones sobre las noticias que están apareciendo últimamente, a raíz del partido de cuartos de final entre España y Paraguay. Como se podrá observar, no se trata de una entrada de carácter épico o hagiográfico, sino de una crítica a unos medios de comunicación que, además de informar de formar incorrecta, en mi opinión, distraen la atención del país de lo que realmente es importante: unos precios que crecen ante la subida del IVA, un paro galopante, la destrucción de muchos puestos de trabajo, la reducción de gran parte de las prestaciones sociales, la disminución de programas educativos... todos ellos, en parte (no del todo, por supuesto) causados por la crisis.



Pues bien, estos medios de comunicación, complacientes con el sistema, creo que, al menos, deberían ser más rigurosos con la información que emiten. Concretamente, me estoy refiriendo a esa frase, tan repetida, de que lo hecho por la selección española de fútbol, el pasado día 3 de julio, es algo histórico, ya que por primera vez, estamos en semifinales.



En primer lugar, no estamos, porque YO NO JUGUÉ ESE PARTIDO, sino los jugadores de la selección española. Pero, dejando a un lado consideraciones de ese tipo, debo dejar claro que NO ES LA PRIMERA VEZ que el combinado español queda entre los cuatro primeros en un mundial.



En 1950, Brasil organizó el cuarto campeonato mundial de fútbol. En principio, la FIFA había pensado en 1949, pero la crisis económica surgida a raíz de las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial imposibilitó esta convocatoria. A ella concurrieron 16 países, tras una fase de clasificación en la cual la selección española consiguió su derecho a participar, tras derrotar a la de Portugal.



El sistema de este campeonato, por primera vez, fue el de grupos, frente al sistema de copa que se había seguido en las anteriores tres convocatorias. El combinado español compartió grupo con Inglaterra, Chile y Estados Unidos.



En el primer encuentro, los jugadores españoles derrotaron a los norteamericanos por tres a uno, y en el segundo, a Chile por dos a cero. Por fin, el 2 de julio de 1950, se enfrentaron a los todopoderosos ingleses, que hasta ese momento no reconocían a la FIFA, y no participaban en los campeonatos organizados por ella, en el estadio de Maracaná.



Si la selección española empataba el partido, conseguiría el primer puesto del grupo y el pase a semifinales, dado el reducido número de países participantes en la fase final del mundial. Pero, al inicio de la segunda parte, Alonso, desde la banda derecha, centró al área para que Gainza, uno de los delanteros del Atlético (porque en el franquismo no se podían aceptar denominaciones extranjeras, y Athletic es un término inglés) de Bilbao, pasó de cabeza la pelota a Zarra (Telmo Zarraonaindía), otro miembro de la delantera bilbaína, y actual récord de goles en la liga española, con 38 tantos (igualado con el mexicano Hugo Sánchez) para que, tranquilamente, batiera al portero Williams. No hubo más tantos en el partido y España se clasificó para la última fase, junto con Brasil, Suecia y Uruguay.



Tras perder por seis a uno frente a los brasileños, España se jugaría el tercer puesto contra los suecos, perdiendo también el partido, por tres a uno.



Es cierto que, en puridad, España no jugó unas semifinales, tales y como las entendemos hoy, ya que esa última fase del campeonato fue una fase de grupos. No obstante, lo que sí es cierto es que la selección española, en 1950, quedó entre los cuatro primeros equipos del mundial. Por ello, lo conseguido el pasado 3 de julio tiene un precedente histórico, que tuvo lugar sesenta años y un día antes.



La conclusión es evidente: muchos periodistas cometen errores informativos. Si los analizamos desde una óptica deportiva, esta información equivocada, en mi opinión, no tiene ninguna importancia. No obstante, habida cuenta de la situación social y económica de nuestro país, así como política (la declaración de inconstitucionalidad de algunos artículos del Estatuto de Cataluña, etc.), unos errores periodísticos que tienen como consecuencia el incremento de atención de la ciudadanía española hacia este evento deportivo, en lugar de focalizarla en lo realmente importante, no me parece un tema baladí.



Por todo ello, me gustaría reivindicar lo logrado sesenta años y un día antes, por medio de jugadores que vivían en un país arrasado por la autarquía, el hambre y la pobreza, para desmitificar, aunque no minusvalorar (en términos deportivos, claro está) lo conseguido por los jugadores españoles el pasado día 3. Y todo ello, para avisar de que lo que nos debería preocupar no debería ser esa gesta, sino lo que está ocurriendo en otros ámbitos políticos, sociales y económicos. No perdamos de vista lo que realmente importa.



Y, POR CIERTO, NO SOY FUTBOLERO.

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