lunes, 30 de enero de 2017

El corporativismo estatal del sistema de Primo de Rivera


Como sabemos, en septiembre de 1923, el teniente general Primo de Rivera dio un golpe de Estado para purgar, de una forma regeneracionista, el sistema corrupto, inestable y peligroso para la Monarquía y para la unidad de España. que era el sistema liberal-conservador de la Restauración. 

Inicialmente, su intención fue, durante 90 días, poner en cuarentena el sistema, disolviendo las instituciones representativas sustituyéndolas por el Ejército. Esto implicaba eliminar el gobierno precedente, sustituirlo por una especie de Directorio Militar formado por militares de alta graduación (pero menor que la suya, por lo que eran generales de bvrigada y un contraalmirante) que le deberían asesorar. Y, de forma complementaria, se disolvían el Congreso de los Diputados y aquellos senadores electivos. 

Para que las órdenes fluyeran con facilidad, las diputaciones se sustituirían por militares de menor graduación, continuando con la escala jerárquica del Ejército, hasta las instituciones locales, donde se ubicarían, en sustitución de los ayuntamientos, oficiales menores. 

No obstante, con el tiempo, este sistema se prolongó hasta 1925. Ese año, además, el Directorio Militar fue sustituido por un Directorio Civil que, dos después, convocó la reunión de una Asamblea Nacional, que era de carácter consultivo (y, por ello, no soberana) cuyo cometido debería ser, además de ejercer como pseudo-cámara legislativa, la redacción de una nueva Constitución. 

Sea como fuere, el principio rector del sistema se fundamentó en lo que se conoce como corporativismo estatal. Es decir, una forma de organización del poder político, pero también económico y social en la que la idea de base era que las personas, agrupadas en órganos, desempeñaban una función específica en la sociedad. 

Se supone que uno de los problemas del liberalismo conservador era que se basaba en intentar armonizar a grupos sociales, políticos y profesionales que poco o nada tenían que ver. Como resultado, por ejemplo, el sufragio no se podía ejercer y aparecía la figura del cacique, personificación de la adulteración y de la corrupción del sistema. 

Como podemos comprobar, esta idea ya la había desarrollado Maura, cuando, desde un punto de vista muy conservador (porque no cuestionaba la organización social, evidentemente desequilibrada), trató de hacer que el sistema de voto, al menos para las instituciones locales, se autentificase y reflejase la realidad social. Por ello, cada grupo socio-profesional debería ejercer su voto de forma separada. 

En el caso del sistema de Primo de Rivera, este corporativismo se puso de manifiesto en las instituciones locales y provinciales diseñadas en base al Estatuto Local y al Estatuto Provincial. Y, más adelante, cuando ideó la Asamblea Nacional, así como el poder legislativo en el Anteproyecto de Constitución de 1929 (que no se llegó ni a discutir). 

Corporativismo se observaba también en los comités paritarios. Estos comités eran parte de una organización que pretendía resolver los conflictos laborales que surgían por las diferencias entre obreros y empresarios, dentro de una institución que estuviese formada por representantes de unos y otros. Estos comités, presididos por un presidente nombrado por el poder, debían ejercer de árbitros en las discusiones laborales.

La organización en cuestión fue la Organización Corporativa Nacional, creada en 1926 por el entonces ministro de Trabajo del Directorio Civil, Eduardo Aunós, político muy influido por la Doctrina Social de la Iglesia.

En esta organización Primo de Rivera permitió (más bien, ofreció) participar a la UGT socialista (no a la CNT anarquista) como representantes de los trabajadores. Incluso Largo Caballero, líder histórico del PSOE y de la UGT, formó parte del Consejo de Estado como representante del Consejo Superior de Trabajo Comercio en Industria (donde se había adscrito el Instituto de Reformas Sociales, al que ya pertenecía el líder sindical) en una actitud que reforzó considerablemente el régimen de Primo de Rivera de cara a los obreros.  


sábado, 21 de enero de 2017

El final del período parlamentario del reinado de Alfonso XIII. La huelga de "La canadiense" y Annual

La I Guerra Mundial supuso la puesta a prueba del sistema económico, político y social del liberalismo conservador que imperaba en  España desde la Restauración de 1875. Cuando ésta acabó, la fractura social y política llegó a tales extremos que en febrero estalló una huelga en una empresa suministradora de energía eléctrica, sucursal de una compañía canadiense.




Esta huelga se extendió a otras y acabó en huelga general. La patronal reaccionó de dos formas. Por un lado, mediante la creación de "sindicatos libres", es decir, sindicatos aparentemente formados por personas apolíticas, que se diferenciaban de los sindicatos anarquistas y socialistas. No obstante, estos sindicatos estaban formados por obreros sobornados por los patronos que trataron de impedir la extensión de las huelgas, por lo que fueron acusados por los sindicatos de clase de ser "sindicatos amarillos". 

En segundo lugar, contratando pistoleros que debían asesinar a los líderes sindicales anarquistas y socialistas, o a los obreros que los apoyasen, como Frances Layret. Consecuentemen te, la CNT reaccionó con enorme violencia. 

A la altura de 1920, el general Martínez Anido declaró ilegal la CNT en Barcelona, quien aplicó la ley marcial, y la "ley de fugas". El clima social era de verdadero conflicto, porque el sistema, fundamentado en un liberalismo conservador, no podía dar solución a estos problemas derivados de las acusadas diferencias sociales. El pistolerismo era un fenómeno general, e incluso acabó con la vida del presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Dato Iradier, el entonces jefe de la opción "idónea" del partido Conservador.



La situación se agravó con la crisis generada por el "Desastre de Annual", que puso en evidencia la actitud de la monarquía sobre los ascensos por méritos de guerra




Según los rifeños, ésto es lo que ocurrió en Annual:



Y ésta es otra versión de los hechos




En septiembre de 1923 el teniente general Primo de Rivera, jefe de la Capitanía General de Cataluña, dio un golpe de Estado y aupó al ejército al poder. Se acababa, así, la etapa parlamentaria de la monarquía de Alfonso XIII. 


viernes, 20 de enero de 2017

La crisis de 1917












La neutralidad española en la I Guerra Mundial


Durante la I Guerra Mundial, oficialmente España fue neutral en el conflicto, pero no es cierto. A raíz de esta participación encubierta, apoyando a los dos bandos, desde diferentes posiciones políticas, sociales y personales, el país ahondó en la fractura social y política que desembocó en la crisis del Estado Liberal. 



La pretendida neutralidad benefició claramente a unos sectores sociales, frente a otros. A resultas de ello, en 1917 estalló una crisis triple que profundizó más aún en la crisis del liberalismo conservador restaurado con Alfonso XII







sábado, 14 de enero de 2017

Anarquismo español en el siglo XIX. El caso de la "Mano negra"

La ruptura con la clase burguesa: el anarquismo y el marxismo. Diferencias fundamentales.

El anarcosindicalismo en España. La visión de Laura Vicente

Sobre el anarcosindicalismo en España, os presento la visión de Laura Vicente

Desde 1916, cuando en Europa el anarcosindicalismo se convierte en un fenomeno marginal, en el caso español asistimos a un auge. A ello contribuye, entre otros factores, el escaso grado de democracia de un sistema político, el de la Restauración, que permite poco margen a opciones políticas revolucionarias. Por este motivo, las opciones más radicales tendrán más auge dentro de la acción directa destructora del Estado.