lunes, 30 de abril de 2018

La Autarquía española de los años 40 y 50


En estos videos observaremos una información complementaria de los apuntes sobre la autarquía. No obstante, recordaremos algunas ideas fundamentales de ese período. En ellas expondremos no sólo las cuestiones económicas, sino las medidas políticas y su relación con el contexto internacional. Por último, esbozaremos brevemente las características de la oposición. 


Durante los años 40 y hasta 1951, los gobiernos franquistas desarrollaron un tipo de política económica muy original: la autarquía.
Esta política consistía, básicamente, en una búsqueda del autoabastecimiento y en un fuerte dirigismo por parte del poder. De esta forma, el Estado trató de subsistir sólo, sin contar con el exterior, para lo cual se vio obligado a controlar lo que se producía, en qué cantidad, con qué calidad, y cómo se distribuía. Ahora bien, es imposible en un mundo de predominio capitalista que un estado se desarrolle económicamente estando solo.
Para conseguir subsistir, el Estado franquista nacionalizó empresas clave, controló los precios y fomentó la producción de determinados bienes y servicios mediante subvenciones y exenciones. Es decir, desarrolló un extremado nacionalismo económico del que se beneficiaron algunos sectores sociales, pero que perjudicó a otros.

1-a- Causas:
Sobre las causas del desarrollo de este original sistema económico, se ha debatido entre diversas posibilidades. Entre ellas podemos citar las siguientes:
-     Los desastres económicos de la guerra, que necesitaban una solución de emergencia obligada. Por ello, la autarquía sería una actuación coyuntural hasta que se lograse la normalización de la actividad económica.

-     La política económica propia de las potencias con las que el Franquismo se identifica por lo menos durante la Segunda Guerra Mundial: (Italia, Alemania, Portugal). Se basaba en el nacionalismo económico propio de los regímenes totalitarios o quasi totalitarios como consecuencia de la política iniciada a finales del XIX con el proteccionismo arancelario. Por tanto enlazaba con la política económica de los decenios anteriores (dictadura de Primo de Rivera, proteccionismo de los conservadores con Alfonso XIII…) ahora acentuada tras la crisis de 1929 (crisis mundial) y la Guerra Civil.

-     Pero, sobre todo, por una situación internacional proclive a este tipo de fórmulas económicas a raíz de las consecuencias materiales de la Segunda Guerra Mundial y de la política de una férrea dictadura política que entendió que el control de la actividad económica era un pilar básico de cohesión interna y de su fortaleza


1-b- La autarquía

Como sabemos, esta política consistió en una práctica económica basada en el autoabastecimiento de todo lo necesario, y en el aislamiento económico.
Para ello, el Estado debía controlar lo que se producía en cada sector económico, lo que se distribuía entre la población y entre las empresas, y cómo se hacía. Es decir, el Estado era el principal agente económico de un sistema que necesitaba de productos para abastecer a la población.
-                                                         Agricultura

En el sector agrícola el Estado intervino considerablemente a través del Servicio Nacional del Trigo. Mediante esta institución, controló tanto la producción como el almacenamiento y distribución del producto. También utilizó la Comisaría General de Abastecimientos y Transportes para hacer llegar a la población la escasa producción española de ese período.
Las autoridades del Servicio Nacional del Trigo requisaban y compraban los productos alimenticios a precios de tasa, que luego distribuían entre los comercios. La población, para adquirir estos bienes, utilizaban las cartillas de racionamiento, que estuvieron vigentes desde 1939 hasta 1951. Mediante ellas, las autoridades controlaban la distribución de unos alimentos escasos de forma controlada ante la escasez.
Como consecuencia, se recortaron muchísimo los suministros de materias primas y energía, y, como era imposible obtener licencias de importación la población tuvo que recurrir al mercado ilegal (el estraperlo) o mercado negro, para conseguir completar su escaso abastecimiento. En él los productos se compraban a un precio dos y tres veces superior al de tasa, con lo que se enriquecieron muchos aprovechados. Además, en ocasiones, aunque era un delito el mercado negro, las autoridades conocían estos intercambios fraudulentos y, en ocasiones, se beneficiaban de él. 

-                                                         La industria

La industria española de la época seguía siendo muy débil, puesto que en la estructura económica predominaba el sector primario, tanto en números totales de trabajadores como en porcentaje de trabajadores respecto del total de la población activa (de hecho se habla de alrededor del 50% de la población activa en dicho sector), y en la aportación al PIB.
El régimen trató de levantar y fomentar el sector industrial a través de un fortísimo intervencionismo: leyes de la segunda mitad de 1939 por las que la instalación de cualquier empresa industrial precisaba del permiso previo ministerial (que era muy difícil y costoso de obtener) además de declarar industrias de interés nacional a todas las relacionadas con la defensa del país (lo que implicaba la protección financiera del Estado), o conceder ventajas para obtener licencias de importación, o incluso limitar la participación de capital extranjero al 25% de la empresa.
Estas medidas legislativas se completaron con la creación en 1941 del Instituto Nacional de Industria para llevar al máximo la política de sustitución de importaciones sobre todo en la defensa nacional. Esta institución aprovechó los territorios y tejidos industriales tradicionales y sentó las bases para el despegue futuro de nuevas regiones industriales. Por medio de ella el Estado hizo de empresario e inversor en el proceso de industrialización. Esto ya se había acometido con otras medidas durante la dictadura de Primo de Rivera, pero en este momento fue mucho más extremo.
Como consecuencia, no se pudieron establecer nuevas empresas ni se pudo invertir libremente. Además, el régimen favoreció el establecimiento de monopolios industriales de empresas que, sin competencia, no se preocupaban de la reducción de los costes ni de la diversificación de la producción.
En este punto conviene recordar que el régimen, mediante una política de obras públicas sostenidas con mano de obra procedente de las prisiones, consiguió acumular un capital con inversiones muy escasas. Esta mano de obra consistía en prisioneros políticos que, para reducir su pena, trabajaban gratis para el régimen. Así se construyeron obras como la Basílica del Valle de los Caídos, por ejemplo, entre otras obras públicas.

-              Sector bancario y política monetaria

El objetivo del régimen, en cuestiones de banca y política monetaria fue consolidar el sistema bancario que ya existía e impedir participar a la banca extranjera, algo lógico teniendo en cuenta las ideas ultranacionalistas del régimen en este momento.
En política monetaria, ante el aumento del déficit público, se emitió mucha Deuda Pública que se cambió por moneda circulante.
Como consecuencia aumentó la moneda que circulaba por el país y creció la inflación. Los precios subieron mucho pero no tanto los salarios (porque, como sabemos, el régimen se apoyó, principalmente, en los empresarios y propietarios de bienes y empresas) con lo que descendió la capacidad adquisitiva de la población y sus posibilidades de consumo.

-                                      Consecuencias para la población

Las consecuencias para la población fueron, en general, muy duras. Así pues, los grupos sociales menos pudientes fueron los que tuvieron que soportar el fuerte deterioro de la actividad económica.
El consumo se contrajo. Sobre todo, se redujo el consumo de determinados artículos básicos (trigo, patatas, azúcar, carne...) cuyos precios crecieron. Asimismo,  las horas de trabajo aumentaron porque los trabajadores estaban indefensos ante los empresarios pese a que el Fuero del Trabajo, teóricamente, defendía un trabajo digno.
Otra consecuencia fue la desnutrición: se alcanzó entre el 57´3% y el 79´9% de las necesidades calóricas mínimas. Había unos tremendos desequilibrios nutricionales causados en parte por la monotonía y pobreza de la dieta. Y eso que la mayor parte de los ingresos se centraba en la adquisición de alimentos. Además, el consumo de determinados productos generó ciertas enfermedades incurables.
Como consecuencia de lo anterior, el porcentaje de sueldo dedicado al ocio y la diversión como cine o fútbol, fue también mínimo. En esta década casi todos los ingresos se destinaban a la supervivencia: comida, vestido y vivienda prioritariamente.
No obstante, también algunos españoles se enriquecieron. Entre ellos destacan los que se beneficiaron de la concesión de licencias de importación o de licencias de apertura de empresas, o los que aprovecharon el mercado negro para vender la parte de la cosecha que escondieron de las requisas del gobierno.


2- Influencia de la coyuntura internacional en los años 40

2-a-La segunda Guerra Mundial

El conflicto mundial fue determinante para el régimen. Como consecuencia del conflicto, el Franquismo se fue redefiniendo en función de la evolución de la guerra. Dicha evolución afectó de la siguiente manera:

-1939/1942: No Beligerancia

La política de No beligerancia consistió en apoyar a las potencias del Eje (el III Reich e Italia, fundamentalmente), pero sin intervenir directamente en el conflicto. Así pues, aunque el régimen no participó abiertamente, se alineó junto a las potencias del Eje e incluso se llegó a plantear la intervención a raíz de la victoria alemana en Francia. Esto ocurrió desde abril de 1940 y el régimen español buscó ampliar su zona de influencia en el Norte de África.
No obstante, el hecho de que el país no estuviese preparado (a pesar de la proclividad al belicismo por parte de Serrano Súñer cuñado de Franco), además de lo desmesurado de las peticiones españolas frente a Alemania en el Norte de África y del interés de Hitler en Europa Oriental, hicieron que la entrevista de Hendaya de octubre de 1940 entre Hitler y Franco no desembocara en la intervención abierta.
Pese a ello, en 1941, con el ataque alemán a la Unión Soviética España ayudó a través de los voluntarios de la división Azul, que operó con 18.000 hombres hasta 1944.

- 1942/1945: neutralidad frente a la No Beligerancia por el retroceso del Eje

Tras mediados de la II Guerra Mundial, el régimen, en consonancia con la Ley de Cortes la Ley de Referéndum y el Fuero de los Españoles, se separó de las potencias fascistas y adoptó la neutralidad. No obstante, pese a esta última postura de neutralidad, mantuvo una división de voluntarios en el frente del Este, que luego quedó reducida a un pequeño contingente de soldados (la Legión Azul).
La adopción de esta política internacional conllevó una crisis fortísima dentro del franquismo, puesto que había sectores muy proclives a entrar en guerra a favor del Eje, como el general Muñoz Grandes y Serrano Súñer (que perdió el poder en 1942 tras los sucesos de Begoña, como sabemos) y otros opuestos a entrar, como el conde de Jordana.

2-b- La Postguerra mundial

En 1945 acabó la Segunda Guerra Mundial. Unos años antes, en  la Conferencia de San Francisco, se había creado la ONU con la idea de formar una organización de países que dirimiera sus diferencias sin llegar a la agresión bélica. Como consecuencia, todo estado que fuese similar a las potencias totalitarias que habían apoyado al III Reich, debía rechazarse.
De esta forma, México propuso que no se admitiera a los países que habían pertenecido al Eje, lo cual afectaba a España, a la que se veía como un residuo del totalitarismo centroeuropeo. Así pues, muchos embajadores extranjeros se retiraron de España y el país quedó aislado internacionalmente.
No obstante, desde 1947, cuando los antiguos aliados de la II Guerra Mundial empezaban a constatar las diferencias que había entre ellos, todo esto se empezó a suavizar. Por ello, el aislamiento político no fue total.
La causa del cambio fue que los aliados en la Segunda Guerra Mundial empezaron a chocar entre ellos por sus diferencias políticas. Algunos, como Gran Bretaña o Estados Unidos eran democracias occidentales, que estaban en el lado opuesto a los estados con dictaduras comunistas de partido único, como era el caso de la Unión Soviética.
Había también diferencias económico-sociales: propiedad privada en el caso de las potencias occidentales frente a nacionalización y estatalización de la propiedad en el caso de la Unión Soviética.
Ambas diferencias desembocaron en la política de bloques y en la Guerra Fría. Como consecuencia, las potencias occidentales, católicas y democráticas pluripartidistas, comenzaron a mirar a España de otra forma: el régimen del general Franco ya no era el residuo del totalitarismo, sino un baluarte contra el comunismo. Por ello, el régimen empezó a abrirse al mundo.
Esta apertura la inició Estados Unidos, el más preocupado por la posible extensión del comunismo por el mundo (doctrina Truman). Así, el franquismo se pudo acercar a Portugal, a algunos estados de Hispanoamérica y a los países árabes. Por tanto, en 1948 se firmó el Protocolo Franco-Perón con Argentina y Francia, por fin, reabrió la frontera. En 1950, una nueva resolución de la ONU revocó el aislamiento acordado en 1946.

Como consecuencia de esta apertura, la oposición que vivía en el exterior, sobre todo la comunista, empezó a perder las esperanzas de derribar a Franco mediante una acción bélica desde fuera del país (como veremos, ya había fracasado el intento de invasión desde el Valle de Arán) ya que el contexto internacional estaba cambiando. Proyectos como la invasión del Valle de Arán, fomentada por el PCE, o el recurso al maquis fueron un fracaso. El Franquismo empezaba a consolidarse.